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La formación de los Cenotes y sus Aguas

by | Jul 6, 2020 | Cenotes

A todos nos maravillan los cenotes de Yucatán; sus frescas y transparentes aguas, sus colores azules encantadores, los impresionantes rayos de luz solar entrando por la columna de agua, los misterios que encierran al paso de los siglos y toda la espectacular vida que se encuentra alrededor, en la superficie y por debajo de sus profundas  aguas.  Sin embargo, hay mucho más detrás de toda esa belleza y, también, tiene que ver con nuestra vida.  Al conocer más sobre el origen de los cenotes y sus aguas, nos ayuda a comprendernos más a nosotros mismos y el mundo que nos toca vivir.

 

Los Cenotes han tenido un muy largo proceso de formación; pero podemos partir de la caída del meteorito en Chicxulub, al cual se le atribuye la extinción de los dinosaurios y su contribución con la formación del anillo de los cenotes. El meteorito tenía 10 kilómetros de circunferencia aproximadamente y cayó cuando Yucatán aún estaba debajo del mar; su impacto generó un cráter de 150 kilómetros de diámetro.  Este evento pasó hace 65 millones de años. Después de esto, pasaron casi otros 60 millones de años para que la Península de Yucatán comenzara a emerger del mar durante la época del plioceno (de 5.3 a 1.8 millones de años); es decir, le llevó 3.5 millones de años salir a la superficie.  Desde entonces y a hasta la fecha, la península y los cenotes no han dejado de evolucionar y transformarse continuamente.  Los procesos de disolución, sumados al resquebrajamiento de la roca con el impacto del meteorito, han transformado a los cenotes en verdaderas obras de arte de la naturaleza. Magníficos cuartos de gran tamaño, estalactitas, estalagmitas, paredes con huellas del tiempo y de los niveles del agua, fósiles marinos de millones de años de antigüedad, y un largo etcétera que nos asombra en sobremanera.

 

En las aguas de los cenotes hay mucho más vida y significado del que podemos ver.  El agua de los cenotes proviene del manto freático o acuífero que se encuentra debajo de la tierra; de hecho, los cenotes son las afloraciones del manto freático o acuífero de la Península de Yucatán.  Las aguas del manto freático se alimentan del agua de las lluvias que caen durante el año y que se filtran a través de la piedra calcárea y porosa de la península; lo cual hace que su nivel fluctúe hacia abajo o hacia arriba entre el período de las secas o de los aguaceros, mucho más aún cuando un huracán o tormenta precipita una gran cantidad de agua.  Por supuesto, el agua del manto freático fluye hacia, y desemboca en, el mar.  Todo este ciclo nos permite apreciar en los cenotes un agua limpia, cristalina, filtrada a través de la roca y renovada continuamente; sin embargo, esto también nos muestra la fragilidad de este ecosistema.  Debido a esta permeabilidad del suelo de Yucatán, también podrían pasar al manto freático o acuífero sustancias tóxicas que pueden dañar la salud de toda la vida que gira alrededor de ellas.  Debajo de sus aguas: una gran cantidad de especies que han evolucionado a través de los siglos como peces, moluscos, crustáceos y otros más. En la superficie: convergen una buena cantidad de seres vivos de gran importancia en la naturaleza, comenzando con los árboles cuyas raíces se extienden por 10 o 15 metros hasta alcanzar el agua que les da vida, pero también encontramos aves como el Toh y la golondrina, así como murciélagos, insectos, anfibios, y otro larguísimo etcétera de seres vivos que se refugian en los cenotes.  Fuera del Agua: ahí estamos todos; todos los que requerimos del vital líquido para nuestra supervivencia y los que sabemos que todo en este planeta está interconectado (el clima, la temperatura, la radiación, etc.) y que el agua que consumimos, necesitamos preservarla.

 

Así que cuando visites los cenotes de Yucatán, estarás haciendo un tour por un lugar de unos 65 millones de años de antigüedad, lleno de vida y belleza, sustento de una gran parte de la vida, y parte importante de un gran ecosistema.  Cuando uno es consciente de todo esto, se valora más y se disfruta más.  Es toda una experiencia nadar, bucear, observar, tocar y sentir estas aguas milenarias del Cenote. 

 

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